Han pasado 20 años de la primera victoria de Valentino Rossi. 20 años en los que he vivido alegrías y penas. Risas, nervios, enfados, preocupaciones y una larga lista de sentimientos. Podría decir que tengo más ganas que él, de que consiga la décima corona. Pero dándole vueltas a este tema, aunque me es complicado, cada vez la necesito menos. Mucha gente lo ha querido retirar desde hace años (muchos de ellos, conocen este deporte gracias a él) y el décimo, en el caso de conseguirlo, iría más destinado a ese tipo de personas que se han empecinado en hacer de este maravilloso deporte, otra liga de fútbol más. En la que se va con un país, con una nacionalidad y no con lo que una persona puede hacerte sentir y disfrutar a kilómetros de distancia. Sin conocerla.
A mí y a muchos no tiene nada más que demostrarnos. Hemos vivido momentos complicados (como el paso por ducati) y verlo montado en la Yamaha que él mismo diseñó, y hacerlo de la manera que él solo sabe, es razón suficiente para levantarme cada domingo a verle disfrutar. Disfrutado de lo que hace, llenando circuitos a sus 37 años, rodando más rápido y con más ganas que el piloto más joven de la parrilla.
Yo ya cumplí mi sueño. Lo vi ganar en directo en un circuito y pude conocerlo en otra ocasión. Y si cabe, me hizo ser más fan después de estas anécdotas.
Gracias por tanto vale.
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